MÚSICA
Y ARTE, ¿LO ESTÉTICO?
Para
abordar este tema, podríamos empezar con la belleza y la fealdad, desde la
visión de Hegel, por ejemplo; la estética se considera como objeto del reino de lo bello.
Hegel
hace una observación en cuanto al arte.
- La obra de arte no es un producto de la
naturaleza, sino que ha nacido por la actividad humana.
- Ha sido esencialmente hecha para el hombre y,
más en concreto, para el sentido del hombre, por cuanto en mayor o menor
grado ha sido sacada de lo sensible.
- Tiene un fin en sí misma[1].
La
mirada de Hegel ante lo bello se va expandiendo en su obra, pero lo importante
es que desde su mirada, el arte es exclusivo del hombre y de cómo la manipula
para poder crear algo que se pueda admirar, así cada sujeto podría determinar
si algo es bello o no, y esto sumado al interés que el sujeto le de forma al objeto, si no, esto no tendría ningún
sentido, se podría decir que ante una obra de arte, el sujeto en su mirada,
será capaz de decidir si una obra de arte es sublime o no, cada uno decidirá
por su propia subjetividad aquello que lo hará sentir frente a una obra
artística, en el caso de la música, esto sucede de igual manera, si por ejemplo
se está escuchando una obra de Bach frente a una centena de auditores en una
cultura no europea, muchos en ese momento no entenderán la profundidad de su
música -casi toda dedicada a Dios-, en cambio algunos que saben o conocen un
poco sobre los trabajos de Bach, se identificarán más con lo que escuchan, o en
el mejor de los casos sería que un sujeto frente a algo nuevo, podría causarle
un éxtasis.
Pero
ya que estamos hablando sobre lo filosófico, podríamos retomar también a
Heidegger:
“...Heidegger, en El origen de la obra de arte, nos presenta a la obra
de arte como ejemplo de la manera en que acontece la verdad originaria: la
verdad se muestra ocultándose. La verdad de la obra de arte no se presenta bajo
la forma de la concordancia. El acto del artista no consiste en tomar una
imagen de un objeto y trasponerla a la obra (sea un poema, un cuadro o una
escultura), su forma de operar es la de desocultar lo que está oculto a los
ojos, poner en operación la verdad del ente. Cuando Heidegger lee la obra de
arte para indagar sobre el origen de la misma, distingue que en la obra
conviven dos rasgos esenciales: el establecimiento de un mundo y el carácter de
la hechura. Lo que llamamos materia prima (piedra, madera, sonido, color, etc.)
resalta en la obra de arte a diferencia del ámbito del útil donde la materia
prima se pierde en su servicialidad:
Pero el templo, al establecer un mundo, no hace que la materia se
consuma, sino ante todo que sobresalga en la patencia del mundo de la obra; la
roca llega a soportar y reposar y así llega a ser por primera vez roca; el
metal llega a brillar y centellar, los colores a lucir, el sonido a sonar la
palabra a la dicción. Todo esto sobresale cuando la obra se retrae a lo macizo
y pesado de la piedra, en lo firme y flexible de la madera, en lo duro y
resplandeciente del bronce, en la luminosidad y oscuridad del color, en el
sonar del sonido y la fuerza nominativa de la palabra”[2].
En
este mismo sentido, la música no llegaría a serlo sin que hubiese alguien que
la interpretara correctamente, podría haber alguien que tocara a Bach o a
Rachmaninoff con una buena técnica, pero si el músico se dedica solo a lo
técnico, la música sonaría mecánica y lo bello quedaría aplastado, es necesario
que el sujeto tenga una fuerte dosis pulsional para que todo lo técnico se
transforme en algo sublime, cualquiera podría tañer un instrumento musical,
pero muy pocos podrían dialogar con él, la relación entre el sujeto y el objeto importante durante la
creación musical, recuero una anécdota del guitarrista Narciso Yepes, quien
pagaba un boleto de avión completo a su guitarra para que no tuviese un
accidente, en este caso, la dialéctica música-instrumento da lugar para que lo
bello tenga sentido, solo así la música tendría un lugar privilegiado, y esto
lo hemos visto a través de la historia, muchos han sido músicos, pero muy pocos
han logrado que la música sea sublime como han sido todos aquellos que de una u
otra forma han contribuido a la cultura con su música.
El
camino musical sigue hacia nuevos intentos de llegar a lo que no se ha
alcanzado aún, la estética musical en la posmodernidad no es lo que en lo
popular sea bien recibido, digamos que en la mayoría de las personas, se recibe
a la música por un medio masivo de comunicación, o lo que es peor, el bombardeo
radiofónico de la música llamada “la que está de moda”, digamos que su estética
en comparación con alguna obra clásica, rompe en definitiva con una estética
completamente diferente, en este sentido, la música forma parte de un discurso
más popular de grupos más a gustos donde el deseo se sirve de lo real para
hacer de las suyas, es decir, lo sexual toma el micrófono para decir su
discurso, este discurso se filtra una gran mayoría de la población, y esto es
porque Freud no se equivocaba en mencionar que todo es un problema de origen
sexual y solo así es como se podría explicarlo.
Por
otra parte, en Kant menciona en su crítica del juicio: “Para decidir si una
cosa es bella o no lo es, no referimos la representación a un objeto por medio
del entendimiento, sino al sujeto y al sentimiento de placer o de pena por
medio de la imaginación (quizá medio de unión para el entendimiento). El juicio
del gusto no es, pues, un juicio de conocimiento; no es por tanto lógico, sino
estético, es decir, que el principio que lo determina es puramente subjetivo”[3]. Muy
atinado en decir subjetivo, el sujeto frente a lo que es o no es bello, solo lo
podrá determinar el sujeto, sujeto al objeto que le dará la interpretación que
él quiera, cualquier sujeto frente a una obra de arte sentirá y vera en su
imagen, sus propias carencias, faltas y por supuesto sus fantasmas.
Pero…
¿la música debe ser obligatoriamente bella?, un ejemplo de la música ante lo
contrario de lo estético seria por ejemplo la disonancia o simplemente
cualquier sonido producido por un objeto, esto contradice con lo normalmente bello, un ejemplo de ello
sería Schönberg y su música dodecafónica u otros como Conlon Nancarow con sus estudios de pianola preparada,
en ellas demuestra que en su incapacidad del hombre para expresarse
técnicamente ante el piano, estos estudios de cierta manera desafía al hombre y
a la música en sí, lo que podemos escuchar es, otra estética no antes vista por
sus contemporáneos, curiosamente Nancarrow realizó sus obras en México después
de ser exiliado por participar en la guerra civil española, incluso el mismo
Ligeti consideraba a Nancarrow el mejor músico contemporáneo, algo interesante
es que sus influencias eran Bach, Stravinski, Bartok y Cowell, las influencias
son muy frecuentes en los grandes músicos,
en este sentido pensemos en que el deseo está también representado por
un nombre, quizá un Padre imaginario que dicta de una u otra manera al
compositor, es como si tuviesen que dar cuentas de ello a alguien que se
admira, una especie de complacer un deseo ajeno al individual, abría
preguntarse: ¿será necesario tener un padre imaginario para lograrlo?
G.
Ligeti en su poema sinfónico (para 100 metrónomos) muestra un modo de ver a la
música con otra estética, en este caso es el metrónomo es quien se presenta
ante el músico como un objeto con autonomía, el cual le designa un tiempo, pero
este tiempo en la obra de Ligeti tiene que ver con un desafío a las leyes de
que una pieza debe tener un mismo tempo, ya que cada metrónomo se le designa
diferentes medidas de tiempo -120, 50, 30 35, 90, 180 255 etc.- el resultado es
un verdadero caos en la escucha del sujeto, quien puede o no soportarlo, para
algunos quizá sea una obra sublime pero para otros podría ser lo más ridículo
que se ha hecho, en este sentido, es el mismo músico contemporáneo quien podría
discutir esto, obviamente le dará una prioridad a lo que su colega haga, por
tanto lo estético se reduciría a un cierto número de personas o grupos
conciertas afinidades mientras el otro tanto desaprobará lo que ante ellos de
produjo, quizás porque ante lo desconocido, el Yo como personalidad, no soporta
una realidad diferente, solo quiere el placer y no el displacer, esto que es
displacentero tiene que ver con la angustia que un sujeto intenta evitar ante
sonidos u otras estructuras musicales, esto no es más que un intento más por
acomodarse en un mundo construido por ideales y represiones, el hombre es capaz
de escuchar una gran diversidad de sonidos, y estos no solo deben ser los que
conocemos en occidente como escalas diatónicas o cromáticas, si Schönberg nos
demostró que a pesar de estas simples estructuras se podía ir más allá de lo
convencional y musicalmente normal, en la escucha de Schönberg podemos
encontrar una belleza escondida, esta es la angustia del mismo compositor que
no es más que el reflejo de una cultura que sometió al compositor, la meta en
este caso no solo sería la de escribir música extraña, la meta también tiene
que ver con hacia donde va la pulsión, Freud en el malestar en la cultura
menciona “Otras pulsiones son movidas a desplazar las condiciones de su
satisfacción, a dirigirse por otros caminos, lo cual coincide con la
sublimación”[4],
entonces podemos pensar que una obra de arte es sublime no solo porque es bella
o no, sino porque el artista tiene una meta sexual que debe descargar, una
tensión que debe dirigirse a otro lugar que no es genital, sino la tensión
psíquica donde el sujeto convierte esta tensión en una producción sonora
produciendo música como resultado del final de esa tensión psíquica. Entonces,
la sublimación es un punto esencial en la vida de un sujeto “La sublimación de
las pulsiones es un rasgo particularmente destacado del desarrollo cultural;
posibilita que actividades psíquicas superiores –científicas, artísticas,
ideológicas- desempeñen un papel tan sustantivo en la vida cultural”[5], el
creador artístico es un sublimado donde lo sexual es revelado en un plano
diferente, utiliza una especie de metáforas artísticas convertidas en
pinceladas, bailes, esculturas, etc., en el caso de la música, estas metáforas
son por medio del sonido, cuyo representante es la música.
Pese
a lo dicho anteriormente, cada sujeto tiene un punto de vista muy diferente a
la de otros y esto es precisamente lo que se pretende en la música, cada quien
su música y su propia filosofía con respecto a ella, en muchos casos, es el
autor quien dará cuenta de su discurso, en otros será el sujeto que frente a la
escucha tendrá otro discurso. Schopenhauer comenta: “Pues aunque se puede decir
que la lógica es al pensamiento racional lo que el bajo general a la música y
también, si lo tomamos con menos exactitud, lo que la ética a la virtud o la
estética al arte, hay que tener en cuenta que ningún artista ha llegado a serlo
estudiando estética y ningún carácter noble estudiando ética; que mucho antes
de Rameau se componía con corrección y belleza y que, igual que no hace falta
tener en mente el bajo general para notar las faltas de armonía; tampoco se
necesita saber lógica para no dejarse embaucar con razonamientos engañosos”[6].
Por
lo tanto, la música desde la lupa de un u otro sujeto, su estética se verá
desde y únicamente desde un mirar muy diferente, pero esto es lo interesante,
parafraseando a Lacan en su desarrollo sobre la mujer no existe, podemos
asumir en este caso sería; la música no
existe, simplemente porque no hay una sola, como sabemos existen una buena
cantidad de estilos, y que cada sujeto enfrentará ante ella su propia historia
su propia subjetividad y su fantasma. Así como el compositor y la música,
enfrentan diferencias en cuanto a lo bello y lo estético, supongamos que una
orquesta actual interpreta los Brandemburgo de Bach, la mayoría de todos los
instrumentos serán modernos cuando en aquella época se utilizaba otro tipo de
instrumentación, como la de los violines con cuerdas de tripa de gato, con tan
solo esto, su estética ya no sería la misma, esto se reflejaría acústicamente,
su sonido sería más opaco y no como la orquesta moderna que sonaría más
brilloso, este es solo un ejemplo de cómo un simple objeto puede cambiar todo
un contexto musical. En este sentido, esto también pasa con la subjetividad de
cada sujeto, y es hoy día donde esta subjetividad se hace más extensa, hoy día
el músico piensa en aquellos objetos que le son útiles para representar-se
aquello que no es capaz de decir, esto lo encontramos en la música
contemporánea, instrumentos hechos de latas, cristales, plásticos, metales,
maderas, etc., la música hoy día se presenta no solo desde una parte bella y
estética, se presenta como parte de un placer/displacer expresado desde un Otro
lugar, y estos lugares serán en un futuro un intento más por articular aquello
que a uno u otro sujeto determinará su cultura y su subjetividad.
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